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Bioestimulantes agrícolas: guía práctica y tipos

guia bioestimulantes iconoLos bioestimulantes son un conjunto de sustancias y microorganismos de diferentes tipos y origen que generan una respuesta fisiológica positiva en las plantas. Ya sea mejorar la eficiencia de absorción de nutrientes, mejorar el enraizamiento, activar los mecanismos de defensa de la planta o potenciar determinados procesos metabólicos. Esto se traduce en una mejora del rendimiento del cultivo y, por lo tanto, en un mayor beneficio para el agricultor.
Hace tiempo que están en el mercado de manera exitosa, pero a la hora de comprar bioestimulantes, es posible que nos perdamos ante la gran diversidad de tipos y productos diferentes que hay. Por ello, este artículo pretende ser una guía a la hora de aprender a diferenciarlos, de modo que podamos saber cuándo y cómo aplicar los bioestimulantes, dependiendo de nuestro cultivo, del estado fenológico en el que esté y de los factores que queramos potenciar (cuajado, enraizamiento, brotación, resistencia a sequía, recuperación tras una situación de estrés, resistencia a enfermedades, etc.)

 

Tipos de bioestimulantes:

 

Ácidos húmicos y fúlvicos

Dos grupos de sustancias orgánicas con propiedades diferenciadas formadas a partir de la descomposición de los vegetales. Los ácidos húmicos son de color oscuro y tienen un peso molecular alto, y su aplicación afecta a las propiedades físico-químicas del suelo, mejorando la textura y la capacidad de retención de nutrientes del suelo. Tienen un efecto lento pero duradero en el suelo. Por otro lado, los ácidos fúlvicos son de color más claro y peso molecular más bajo, y su aplicación supone una mejora inmediata, pero de corta duración, sobre las raíces y el vigor de la planta, la absorción de nutrientes y sobre los microorganismos del suelo.
El uso general es aplicar los productos con ácidos húmicos a lo largo de todo el año, o bien en otoño/invierno, para conservar la fertilidad y propiedades del suelo, y aplicar los ácidos fúlvicos en períodos de brotación junto a los quelatos de hierro, zinc y manganeso.

Ejemplos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Aminoácidos

Son las moléculas que forman las proteínas y todas las plantas los producen para diferentes procesos metabólicos consumiendo mucha energía al crearlos. Si le aportamos externamente los aminoácidos le estamos ahorrando una gran cantidad de gasto energético, por lo que se produce un efecto antiestrés debido al ahorro de energía sumado al efecto beneficioso que el propio aminoácido genera en la fisiología de la planta. Esto se traduce en una mejora en los procesos ‘delicados’ de la planta como puede ser la floración, el cuajado, la recuperación tras un episodio de frío o calor, etc.
Además, aplicados vía suelo suponen una mejora notable de su flora microbiana, siendo adecuados para aplicarse en planes de fertilización con microorganismos.
Muchos aminoácidos tienen funciones y efectos determinados en la planta, por lo que dependiendo del objetivo del producto veremos uno u otro aminoácido en su aminograma, por ejemplo, prolina, glicina, valina, etc.

Ejemplos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Microorganismos beneficiosos

Bacterias u hongos con la capacidad de fijar nitrógeno, solubilizar fósforo y potasio o también microelementos. Sus capacidades bioestimulantes pueden deberse diversos mecanismos, como la liberación de sustancias nutritivas, la competencia espacial con microorganismos nocivos o la producción de fitohormonas.

Ejemplos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Extractos de algas

Contienen sustancias, como el manitol, ácido algínico, aminoácidos y fitohormonas, que promueven la creación de nuevos tejidos, ayudan a la planta a combatir el estrés abiótico y biótico (sequía, salinidad, enfermedades, temperaturas extremas, etc.) y mejoran la absorción de macro y micronutrientes. Al ser materia orgánica, aplicados vía radicular producen un efecto quelante, una mejora de absorción de los nutrientes y la estimulación de los microorganismos del suelo. Los extractos de algas más conocidos se fabrican a partir de Ascophyllum nodosum o Ecklonia máxima.

Ejemplos:

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Sustancias inorgánicas

Diferentes elementos como el aluminio o el silicio, que aplicados a la dosis adecuada producen en la planta un efecto positivo, principalmente la resistencia a enfermedades, a temperaturas extremas o a fisiopatías como el rajado de frutos.

Ejemplos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Glicina-Betaína

Aminoácido no formador de proteínas producido por las plantas. Tiene una importante función osmoprotectora y antioxidante en vegetales por lo que es muy útil en cultivos afectados por salinidad, falta de agua o calor extremo. Al aplicarlo de forma exógena le ahorramos al cultivo el gasto energético de producir la molécula y obtenemos todos los beneficios protectores de ésta.

Ejemplos:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bioestimulantes ‘Todo en uno’

Bioestimulantes cuyo atractivo es llevar en su composición más de un tipo de sustancia para aumentar el efecto positivo sobre la planta, ya sea combinación de sustancias bioestimulantes o microelementos y NPK añadidos.

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Como se puede comprobar, la oferta de bioestimulantes es extensa y su composición variada, por lo que habrá que prestar atención a su composición, al estado fenológico de nuestro cultivo, al tipo de aplicación (foliar o radicular) y al objetivo que queramos conseguir (brotación vigorosa, mayor cuajado, recuperación tras una sequía, etc.) para elegir el bioestimulante adecuado. También habrá que tener cuidado al realizar mezclas en la cuba o aplicar productos a cultivos sensibles, por ejemplo, aminoácidos en ciruelo. Ante cualquier duda siempre será mejor consultar a un técnico, o bien hacer una prueba en un pequeño sector de nuestra plantación para ir sobre seguro.

 

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