La fertilización tiene un papel fundamental en la producción de tomate, al ser un cultivo que necesita buenas cantidades de ciertos elementos en fases puntuales, de manera que en nuestro plan de abonado resulta primordial aportar los nutrientes necesarios en el momento adecuado, y en caso de detectar una deficiencia corregirla a tiempo.
La carencia o exceso de un elemento puede expresarse de una forma muy distinta según el cultivo, incluso en especies del mismo género, por eso nos vamos a centrar específicamente en el tomate.
Sabiendo esto, vamos a hacer una primera distinción según la edad de la hoja, distinguindo entre hojas viejas y hojas jóvenes. Los síntomas en las primeras son a consecuencia de la falta de nutrientes móviles: N, P, K, y Mg, que van a desplazarse a la zona de crecimiento, mientras que cuando los síntomas se observen inicialmente en hojas jóvenes, estaremos ante deficiencias de elementos inmóviles: Fe, Mn, Ca, B, o de escasa movilidad: Zn, Cu, S.
Tras estas consideraciones previas vamos a enumerar los síntomas de las deficiencias y fitotoxicidades por exceso de los principales elementos.
Deficiencia
Las hojas viejas son las primeras en amarillear, de forma uniforme, incluidos los nervios. Las nuevas palidecen y son más pequeñas. La planta manifiesta falta de vigor, aumenta la abscisión de flores, da frutos de menor calibre, y hay fallos en el cuajado.
Interpretación de análisis foliar: Niveles en hoja por debajo del 2% se consideran bajos.
Exceso
Estimula el crecimiento vegetativo, provoca la caída de flores, una maduración irregular y se resiente la producción. Además puede producir deficiencia de K o Mg.
Corrección
Abonado nitrogenado en forma de nitratos (nitrato amónico, nitrato calcico, nitrato potásico), urea, soluciones N-P-K,…y a largo plazo, matera orgánica, que asegura un aporte continuado de N.
Deficiencia
Con una deficiencia importante de este elemento, se observa en hojas viejas unas tonalidades púrpuras intervenales y también sobre el envés. La planta toma un aspecto raquítico, crece lentamente y se produce un retraso en la fase de maduración.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 0,1%
Exceso
En exceso puede bloquear ciertos elementos antagonistas como Fe, Zn o Cu.
Las bajas temperaturas pueden acarrear una mala asimilación del fósforo, hecho común por ejemplo en semilleros de tomate en invierno.
Corrección
Normalmente se aplica un abonado de fondo con algún fertilizante fosforado: superfosfato de cal, fosfato monoamónico (MAP), fosfato monopotásico (MKP), ácido fosfórico, fosfatos naturales, etc.
Deficiencia
Deficiencia común durante la fase de cuajado del fruto, cuando la demanda de potasio es más elevada. El síntoma es el amarilleamiento del borde de las hoja, primero las viejas, que más tarde sufren una necrosis marginal curvándose hacia arriba. Paralelamente los nervios pueden tomar una coloración parduzca.
En el fruto se producen varias fisiopatías que se caracterizan por producir una maduración irregular a lo largo de la superficie del fruto, por la aparición de una mancha amarillenta en forma de estrella en el ápice del fruto, etc. Las más conocidas son el abanderado o tomato irregular rippening (TIR) y el blotchy ripenning. El origen de estas fisiopatías no son únicamente nutricionales (carencia de potasio o exceso de nitrógeno), ya que ciertos virus, como el del bronceado del tomate (TSWV), o la misma picadura de mosca blanca, pueden ser la causa de las mismas.
Con la carencia de potasio se resiente la floración, a la vez que disminuye la calidad del fruto, ya que este elemento tiene influencia directa sobre la calidad del fruto.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 2
Exceso
De igual modo que el elemento anterior, bloquea elementos tales como el hierro, zinc magnesio o manganeso.
Corrección
Nitrato potásico, sulfato potásico, fosfato monopotásico,…
Deficiencia
Clorosis intervenal en hojas, permaneciendo los nervios verdes, pudiendo adquirir estos un tono marrón. Las primeras hojas afectadas son las adultas situadas en el centro de la planta y rápidamente se puede extender el síntoma a hojas jóvenes.
En fruto, los desequilibrios entre Ca y Mg provocan una fisiopatía denominada tip.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 0,4%
Exceso
Elevadas cantidades de potasio y calcio pueden causar deficiencia de magnesio.
Corrección
Via foliar, aplicados al suelo o en fertirrigación: nitrato magnésico, sulfato de magnesio, dolomita, magnesio quelatado,o cualquier corrector de microelementos con Mg en su composición.
Deficiencia
La carencia de calcio es bastante común y las plantas afectadas reducen su vigor, los bordes de hojas jóvenes se necrosan y se curvan en forma de cuchara. No obstante, el síntoma más característico es la pudrición apical de frutos.
La pudrición apical o blossom end rot (BER) se asocia a un déficit hídrico y/o a una excesiva evapotranspiración, a consecuencia de humedades bajas y temperaturas altas, hecho que produce una mayor velocidad de crecimiento, demandando la planta más nutrientes. El calcio al ser un elemento escasamente móvil, no es capaz de satisfacer la rápida demanda en todo el vegetal, por lo que los extremos de los frutos en crecimiento se pudren.
Condiciones de elevada salinidad agravan el problema al quedar bloqueada la asimilación de Ca y otros elementos.
Debemos asegurar una buena dotación de calcio en nuestro plan de abonado, especialmente en hidroponía.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 2%
Corrección
Pulverización foliar o aplicación al suelo con nitrato cálcico, o bien calcio quelatado, durante el crecimiento vegetativo rápido, cuajado del fruto y hasta la recolección. Se puede incorporar caliza en los suelos donde sea posible.
Deficiencia
Su carencia no es muy común ya que el agua de riego, los fertilizantes y el propio suelo suelen contener cantidades más que necesarias para el desarrollo del cultivo. Las hojas amarillean de forma generalizada, al igual que en nitrógeno, aunque de forma más pronunciada en hojas jóvenes. Los peciolos se vuelven rosados.
Interpretación de análisis foliar: nivel normal es aquel comprendido entre 0,2-0,4%
Exceso
Puede provocar fitotoxicidad en hojas, sobre las que aparecen unas manchas amarillas que posteriormente se necrosan. La planta evidencia una falta de crecimiento.
Corrección
De darse esta carencia, se puede corregir aplicando azufre al suelo o cualquier fertilizante que contega sulfato. Hay fertilizantes líquidos expresamente fabricados para solventar esta deficiencia a base de azufre, solo o en combinación de otros elementos para aplicación foliar o fertirrigación.
Deficiencia
Clorosis férrica; amarilleamiento de hojas, quedando los nervios verdes. Aparece inicialmente en hojas jóvenes. También se produce un aborto de flores y un escaso desarrollo vegetal.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 80 ppm
Corrección
Quelato de hierro vía foliar, en fertirrigación, directamente al suelo o al medio hidrópónico.
Deficiencia
Aparecen manchas intervenales amarillas, con necrosis final aunque los nervios permanecen verdes. Las hojas son más pequeñas, síntoma que sirve para diferenciar esta carencia de la de hierro
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 15 ppm.
Corrección
Como en casos anteriores, se emplea un corrector de carencias a base de zinc, aunque son muy comunes las mezclas de Mn + Zn, Bo + Mn + Zn, etc., aplicando de una vez varios microelementos.
Deficiencia
Un suministro deficiente de este elemento produce manchas amarillas internerviales que posteriormente se necrosan. Aparece inicialmente en hojas jóvenes. También se observa una reducción de la floración.
Exceso
Es poco común, a veces observable en un manejo inadecuado de la fertirrigación al aplicar aguas demasiado ácidas o en suelos con un pH inferior a 5,5.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 30 ppm.
Corrección
Empleando un corrector a base de manganeso igual que en casos anteriores.
Deficiencia
En hojas los síntomas comienzan por una ligera clorosis generalizada con tonos púrpura y posterior necrosis apical. Los meristemos de crecimiento se marchitan y mueren. En floración provoca caída de flores y falta de cuaje. En fruto pueden aparecer surcos, acorchados, y maduración irregular tal como ocurría con el calcio, ya que ambos forman parte de la pared de las células.
Interpretación de análisis foliar: nivel bajo – < 15 ppm.
Corrección
Aplicación foliar o vía agua de riego con boro quelatado, en pleforación.
Deficiencia
Su carencia es muy poco común, tan solo en suelos por debajo de pH 5, y viene asociada a la de N, ya que el Mo interfiere transformando el nitrógeno mineral absorbido por la planta en nitrógeno orgánico para formar proteinas, por lo que una deficiencia de Molibdeno acarrea de forma indirecta una carencia de nitrógeno. Los síntomas son similares; clorosis general con posibles zonas necrosadas en hojas y bordes curvados hacia arriba, primero en las adultas.
Corrección
Se corrige aplicando tanto en pulverización como en fertirrigación un corrector de carencias a base de molibdeno, que suele incorporar otros microelementos en su composición, o bien aplicando molibdato de amonio al suelo a dosis muy bajas, (de gramos por hectárea), según las recomendaciones del fabricante.
CLORO (Cl)
Más que por su carencia, que es muy poco común, es importante por exceso, el cual produce quemaduras en las hojas comenzando por su ápice, pudiendo llegar a caer.
Cuando encontramos en el cultivo un desorden fisiológico, debemos saber que existen otros tantos factores que pueden producir dichos síntomas. Ante una deficiencia o exceso de un elemento, si los síntomas no son muy evidentes, fácilmente pueden ser confundidos con otros factores como estrés, virus, plagas, desarreglos climáticos (luz, humedad, temperatura), toxicidad por agroquímicos, incluso carencia de varios elementos al mismo tiempo, quedando enmascarados los síntomas que cada uno de ellos tendría por separado.
En caso de deficiencia, una vez localizada, y antes de comenzar a gastar caldo, conviene reflexionar sobre la posibilidad de que el elemento deficitario se encuentre en cantidades suficientes en el suelo pero no sea asimilable para la planta por motivos varios (algunos de los cuales ya se han expuesto): pH, humedad del suelo, textura, temperatura o antagonismos entre elementos químicos. En caso de duda tenemos formidables herramientas, como son los de análisis de suelo, que servirán para conocer el estado del mismo, así como los análisis foliares, que nos permitirán comprobar como se refleja la fertilidad del suelo en la planta.